lunes, 30 de agosto de 2010

Evita y el feminismo

EL HOGAR O LA FÁBRICA




Todos los días millares de mujeres abandonan el campo femenino y empiezan a vivir como hombres.

Trabajan casi como ellos. Prefieren, como ellos, la calle a la casa. No se resignan a ser ni madres, ni esposas.

Sustituyen al hombre en todas partes.

¿Eso es "feminismo"? Yo pienso que debe ser más bien masculinización de nuestro sexo.

Y me pregunto si todo este cambio ha solucionado nuestro problema.

Pero no. Todos los males argentinos siguen en pie y aun aparecen otros nuevos. Cada día es mayor el número de mujeres jóvenes convencidas de que el peor negocio para ellas es formar un hogar.

Y sin embargo para eso nacimos.

Allí está nuestro más grave problema.

Nos sentimos nacidas para el hogar y el hogar nos resulta demasiada carga para nuestros hombros.

Renunciamos al hogar entonces... salimos a la calle en busca de una solución... sentimos que la solución es independizarnos económicamente y trabajamos en cualquier parte... pero ese trabajo nos iguala a los hombres y... ¡no! No somos como ellos... ellos pueden vivir solos... nosotros no... nosotros sentimos necesidad de compañía, de una compañía total... sentimos la necesidad de darnos más que de recibir... ¡No podemos trabajar nada más que para ganar un sueldo como los hombres!

Y por otra parte, si renunciamos al trabajo que nos independiza para formar un hogar... quemamos allí mismo nuestras naves definitivamente.

Ninguna profesión en el mundo tiene menos posibilidades de retorno como nuestra profesión de mujeres.

Aun si nos elige un hombre bueno... nuestro hogar no siempre será lo que hemos soñado cuando solteras.

En las puertas del hogar termina la nación entera y comienzan otras leyes y otros derechos... la ley y el derecho del hombre... que muchas veces sólo es un amo y a veces también... dictador.

Y allí nadie puede intervenir.

La madre de familia está al margen de todas las previsiones. Es el único trabajador del mundo que no conoce salario, ni garantía de respeto, ni límites de jornadas, ni domingo, ni vacaciones, ni descanso alguno, ni indemnización por despido, ni huelgas de ninguna clase... Todo es -así lo hemos aprendido desde "chicas"- pertenece a la esfera del amor... ¡y lo malo es que el amor muchas veces desaparece pronto en el hogar... y entonces todo pasa a ser "trabajo forzado"... obligaciones sin ningún derecho...! ¡Servicio gratuito a cambio de dolor y sacrificios!

Yo no digo que siempre sea sí. No tendría yo derecho a decir nada, desde que mi hogar es feliz... si no viera todos los días el dolor de tantas mujeres que viven así... sin ningún horizonte, sin ningún derecho, sin ninguna esperanza.

Por eso cada día hay menos mujeres para formar hogares...

¡Hogares verdaderos, unidos y felices! Y cada día el mundo necesita en realidad más hogares y, para eso, más mujeres dispuestas a cumplir bien su destino y su misión. Por eso el primer objetivo de un movimiento femenino que quiera hacer bien a la mujer... que no aspire a cambiarlas en hombres, debe ser el hogar.

Nacimos para constituir hogares. No para la calle. La solución nos la está indicando el sentido común. ¡Tenemos que tener en el hogar lo que salimos a buscar en la calle: nuestra pequeña independencia económica... que nos libere de ser pobres mujeres sin ningún horizonte, sin ningún derecho y sin ninguna esperanza!



"La razón de mi vida" cap. 48

No hay comentarios:

Publicar un comentario